martes, noviembre 07, 2006

CAMARADA SANDINO

Hace muchos años, tantos, que la historia pertenece al siglo pasado, hice un viaje de esos que los pedantes llaman iniciáticos, Madrid-Moscú, tres meses, un coche viejo y cuatro compañeros de universidad dentro.

Atravesar todo lo que entonces se llamaba Europa del Este, o bloque comunista o países socialistas, era el plan.

Fue un viaje del que nunca me olvidaré, a pesar de los pesares, de los mil incidentes que tuvimos y de los peligros que a punto estuvieron de costarnos más de un disgusto y algo más. Sin dramatizar.

Pero la historia ocurrió en Praga, que era, a finales de los 80, una ciudad igual de bella que ahora, pero más descuidada, con unas galas de reina en el exilio y una permanente tristeza en el descuido de sus nobles edificios, casi en ruinas, y en sus despobladas calles y tiendas.

Amor a primera vista, solo queríamos pasear y pasear por sus empinadas calles de piedra. La idea de volver a nuestro mugriento hotel barato, nos producía a todos una especie de desazón, como de niño que no quiere renunciar a su juguete nuevo.

Pero en Praga a las diez de la noche todo estaba muerto. Todo cerrado, nadie en la calle, sin tranvías, ni metro, ni autobuses. Y cuando ya nos disponíamos a retornar al hotel con el ánimo derrotado, escuchamos, estruendosos en el eco de la desierta Plaza Malostranska, los acordes de la Guantanamera, a voz en grito de borracho y un correcto español.

Eran un grupo de estudiantes nicaragüenses, becados por el gobierno sandinista, que como nosotros se negaban a canjear las calles de nuestra Praga por la reclusión de celdas de estudiantes pobres.

Latinos todos, intimamos enseguida y ellos, que llevaban meses ya viviendo en la ciudad, nos condujeron a los garitos clandestinos, casi con reminiscencias de los locales americanos de la ley seca.

Rendijas en las puertas que se abrían con billetes de diez coronas (unas 30 pesetas) y nos dejaban pasar a divertidos cabarets subterráneos, abovedados, donde bebíamos combinados de vodka polaco con champaña ruso, en vasos de cristal de Bohemia, a diez pesetas la ronda. Y si querías romper el vaso contra el suelo, otras diez pesetas. El lujo que nos permitimos y que tan barato nos salió.

A mí, el mayor de los sandinistas, que se llamaba Daniel, como nuestro presidente, tu sabes, me enseñó a bailar la cumbia, mientras le paraba las manos, que de puro exuberante pasaba a sobón, y no es que yo fuera recatado, pero es que el pobre Daniel era más bien feo.

Pero de labia aún más fértil, en las pocas horas que coincidimos de esa noche sin dormir, le bastó para contarme con pelos y señales la vida de Sandino y toda el pensamiento político de los sandinistas y del presidente Ortega.

Fue una noche especial, con el epitome mágico de conocer casi al alba a Markus, pero esa es otra historia...

Gracias a Daniel me empezaron a importar los sandinistas y Nicaragua. Que derrocaron al asesino Somoza, de la dinastía de dictadores padre e hijo, tan frecuente en nuestra pobre América. Que llevaron libros y cuadernos a una población analfabeta. Que tenían un ministro de cultura que se apellidaba Cardenal y que era cura, y que fue reprendido por el papa polaco en el aeropuerto de Managua, por ser ministro de un gobierno de libertad. El mismo polaco que nunca regañó al asesino Somoza, que eso sí, iba a misa.

Esos mismos sandinistas que tuvieron que pelearse con la Contra financiada por Estados Unidos. Y que eran tan demócratas que cuando el poder les corrompió y perdieron el favor del pueblo en las elecciones, se echaron a un lado sin aspavientos. Aceptaron la derrota, sin más, que podían aprender los del PP, y pasaron a la oposición.

Y ahí han estado durante 16 años. Hasta ayer, que nuevamente Ortega ha ganado las elecciones y vuelve a ser el presidente de Nicaragua.

Muchas cosas han cambiado. Pero quizás me devuelve un poco de mi juventud ese recuerdo de la noche de Praga, cantando canciones en español en un garito clandestino.

Cuando eres joven crees en la utopía y en las buenas intenciones de los que quieren cambiar el mundo. Por desgracia esas ilusiones van muriendo. Me gusta pensar que mi amigo Daniel, el sandinista, ya tan poco joven como yo, esté hoy celebrando que nuevamente tienen la posibilidad de hacer realidad el sueño de Sandino en su pobre país.

O quizás no, y murió en el Micht o se hizo rico con la miseria de los suyos, o se llenó de hijos y de amargura.

Prefiero creer que hoy compartimos los dos una sonrisa, como compartimos tantas ideas y deseos en una noche de un tiempo lejano, como de otro siglo...

3 Comments:

Blogger Tamara said...

Joé, Miguel...estoy muy impresionada.
Además de bien escrito, deleite al que nos tienes acostumbrados, has escrito una historia apasionante. Qué madera más buena tienes, majo...
Para empezar, tienes que contarnos más cosas de ese viaje "iniciático" de 3 meses. No sólo tuviste la oportunidad de experimentar la independencia en un entorno totalmente distinto al habitual en la Europa del Este, sino que además viviste una realidad...¡¡¡que ya no existe!!! Eres depositario de unas vivencias, observador de unos esquemas sociales y morales que ya no están ahí para comparar.
Necesitamos que nos cuentes más.
En cuanto al sandinismo, la llegada al poder de Ortega de nuevo me gusta por lo que tiene de lírico. No sé qué podrá hacer con el Bush dandopolculo ahí tan cerca. Contar con el apoyo de Chávez no es que sea entrar por la puerta grande en el paraíso. Ortega es un símbolo de recuperación de la esperanza, de ilusión de un pueblo que aún tiene fuerzas por enderezar su destino, de dignidad. Yo espero que salgan bien las cosas y Nicaragua logre vadear la corriente.
Es un texto soberbio, impecable, magnífico, Miguel.
Y, por cierto...¿para cuándo la historia de Markus? ;-)
Muchos besos.

11:22  
Blogger Eduardo L.E said...

Yo creo que Daniel es lo importante de la historia...el que conociste en Praga....Te animo a que pienses que está bien, feliz y contento, borracho los fines de semana y si quiere todas las noches...
Estaría bien que incluyeses una fotito en tus post, no creo que te suponga ningún problema Dr. HTML...hasta luego satán!!!

18:07  
Anonymous Anónimo said...

Estoy con Tamara. Cuentanos más de tus viajes.
Viajando, y más así como lo hicisteis, a la aventura, es como se empapa uno más de las diferentes culturas y de se conoce gente, que te cuenta las cosas como son desde dentro y no como nos las cuentan en periódicos y telediarios.

21:14  

Publicar un comentario

<< Home